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10 de mayo

San Juan 10,22-30

Seguimos escuchando y contemplando el capítulo 10 del evangelio de Juan en el cual Jesús se manifiesta como la Puerta de las ovejas, quien entra por Él se salva; como el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas.

El obrar y las Palabras de Jesús son testimonio de que Él es el Mesías, de que Él es el hijo de Dios, porque el Padre y Él son una sola cosa, pero los judíos no quieren creer, porque dice Jesús, no son de mis ovejas.

El Señor también nos dice hoy, que sus ovejas escuchan su voz, lo conocen, lo siguen y Él les da vida Eterna, y nadie se las puede arrebatar, porque el Padre se las ha dado. Jesús es el hijo de Dios, el Buen Pastor Resucitado, quien da Vida Eterna.

Que Buena noticia es, el escuchar y creer, el saber que ninguna oveja que escucha y sigue a Jesús, perecerá, sino que tiene Vida Eterna, porque nadie las puede arrebatar de las manos del Padre. Somos por el Bautismo propiedad del Padre, ovejas conducidas por Jesús, el Buen pastor, a la Vida Plena.

La respuesta ante esta buena noticia será, escuchar y seguir al buen Pastor, distinguir entre tantas voces y entre tantas Palabras al buen Pastor que da la vida por las ovejas.

Sabiéndonos ovejas del buen Pastor, ¿Tenemos grabada su voz en nuestros oídos? ¿Buscamos sus huellas, para seguirlo?

El Papa Francisco nos decía a los sacerdotes: sean pastores con olor a oveja, Pastores como Jesús, del mismo modo me animo a invitarte a ser oveja con olor a buen Pastor, que sepa distinguir su voz, porque siempre lo escucha, oveja que siempre sabe por dónde está el buen Pastor y lo sigue, porque siempre lo busca, porque nunca lo pierde de vista.

Señor que siempre pueda distinguir tu voz, que siempre pueda distinguir y seguir tus huellas, porque sólo en ellas encontraré vida Plena, vida Eterna.