Páginas

23 de mayo


San Juan 15, 26-16,4a

La Iglesia, a través de su liturgia, comienza a prepararnos para la fiesta de Pentecostés. En Pentecostés nosotros conmemoramos y actualizamos la venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los apóstoles. Esta fiesta es siempre una oportunidad para recordar nuestra propia Confirmación; porque la Confirmación es el Pentecostés de cada cristiano.

¿Qué es lo que hace el Espíritu Santo en nosotros? El Espíritu Santo, en primer lugar, da testimonio de Jesús, en nuestro propio corazón nos asegura íntimamente de la verdad de su enseñanza, pero también nos impulsa a dar testimonio de Jesús. Es lo que el Señor le dice a sus discípulos en esta conversación de la Última Cena, esa tarea de dar testimonio de Jesús es algo que no siempre es fácil, y por eso el Señor advierte que habrá dificultades, incluso oposición y hasta persecución.

Los apóstoles cuando recibieron el Espíritu dijeron “nosotros no podemos callar lo que hemos visto y hemos oído”, y dijeron también “es preciso obedecer a Dios ante que a los hombres”, cuando algunos los querían llamar a silencio. Y esto porque estaban convencidos, como también dice por allí Pedro, que “no se nos ha dado otro nombre por el cual podamos salvarnos”. Esta es la obra del Espíritu en el corazón de los discípulos, que los impulsaba valerosamente al testimonio.

Por eso es lindo, mientras nos vamos preparando para celebrar Pentecostés, pedir desde el fondo de nuestro corazón “Espíritu Santo ven, ven a mi corazón”. Que esta sea nuestra oración como cristianos, una manera de actualizar nuestra Confirmación, nuestro compromiso con el Señor, nuestro compromiso apostólico, “Espíritu Santo, ven”.