San Juan 2,
1.11
Los
cristianos desde los primeros siglos llamaron a la Santísima Virgen
"Auxiliadora”.
El nombre de
Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la Virgen María, en Ucrania, por
haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde
entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora.
Pero será
exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción
mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el
título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos
necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe
cristiana".
Desde esa
fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra
como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que
Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la
experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia
eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de
Dios".
En 1863 Don
Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de
cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco
años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo.
Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María
Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su
patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea
señal de alguna gracia".
María
Auxiliadora ruega por nosotros.