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28 de septiembre

 

San Lucas 9, 7-9

El evangelio de hoy es continuación del texto de ayer, donde Jesús envía a los doce a llevar la buena noticia y curar a los enfermos. Jesús los envía y como indicaciones les pide que vayan sin nada "No lleven nada para el camino: ni bolsa colgada del bastón, ni pan, ni plata, ni siquiera vestido de repuesto".

 La misión es desafiante, superadora de la fuerza y preparación de los discípulos, y sin embargo Él los invita a que vayan desprendidos, sin provisiones para el camino. Esto no significa que Jesús sea desprevenido ni descuidado con los discípulos, sino que los invita a la confianza a que vayan con la certeza de que no necesitan nada porque el que va con Dios lo tiene todo. Es un poco la experiencia que hace Santa Teresa cuando dice que "Sólo Dios basta".

Si caminamos confiados en que Dios viene con nosotros, no queda lugar para el miedo sobre la comida, el vestido, el alojamiento… El Padre nunca permitiría que a uno de sus hijos le falte algo de lo elemental.

 Sólo desde esa confianza se puede salir a compartir el evangelio con los demás, sabiendo que a la obra la realiza Dios y no nosotros… a nosotros nos queda ponernos a disposición, confiados en las maravillas que Dios puede hacer a través de nosotros si le entregamos las riendas de nuestra vida.

Y como nos dice el evangelio hoy, todos comentaban sobre la acción de Jesús y sus discípulos, incluso llega a oídos de Herodes que se pregunta quién será éste que hace tantos prodigios.

Cuando se obra desde Dios, desde la confianza y haciendo su voluntad, hasta nuestras acciones más insignificantes tienen eco en el cielo.  Nada de lo que hagas y ofrezcas con amor va a quedar infecundo, y además tiene efecto multiplicador y despierta en los demás el deseo de también meter mano en la construcción de un mundo mejor.