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25 de agosto

 


San Mateo 22, 34-40

 

El  Evangelio de hoy nos habla de lo fundamental de la vida del hombre. ¿Cuál es el mandamiento principal?, le preguntan a Jesús; siempre tentándolo, siempre buscando de encontrar alguna falla en su enseñanza y en su postura.

Los fariseos y los saduceos, los que estaban alrededor de Jesús, estaban preocupados de ver dónde poder encontrar un momento de falla en la enseñanza de Jesús y Él mirándolo como buen maestro le da la respuesta sintéticamente: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu", éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y unido a éste, allí nomás, está el otro mandamiento fundamental que es el mandamiento del amor al prójimo: "Amarás al prójimo como a ti mismo".

Esta respuesta de Jesús es fundamental para nosotros también, para nosotros vale la pena preguntarnos: ¿Qué es lo más importante en mi vida?, ¿Qué es lo que más me llena de felicidad?, ¿Qué es lo que me preocupa vivir, no solamente cumplir eternamente, para encontrar el sentido de la felicidad?.

La pregunta es siempre cuestionadora, ¿Qué es lo más importante en tu vida? y la respuesta de Jesús sigue siendo luz para nosotros, tenemos que Amar. Amar a Dios por sobre todas las cosas y Amar al prójimo como Jesús mismo nos ha enseñado, amarlo como nosotros queremos ser amados, pero sobre todo como Jesús -el Maestro- nos ha enseñado.

Seguir a Jesús es simple, sencillo y claro; Él mismo lo dice de distintas maneras a lo largo de todo el Evangelio, el Amor es todo en la vida del hombre, el Amor tiene que ser el eje en la vida del cristiano, nosotros fácilmente repetimos la frase: "El mandamiento principal es Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismo". Pero después viene el cuestionamiento de todos los días, ¿Yo amo verdaderamente a Dios?, ¿Le dedico el tiempo que se merece?, ¿Me acuerdo de Él durante el día?, ¿Le ofrezco todas mis acciones?, ¿Vivo para Él e iluminado por Él?. Cuántas cosas lindas podríamos realizar en la vida si realmente el amor estuviera en el eje, en el centro de nuestra existencia.

Señor ayúdanos a amar, a vivir amando, a gastar la vida en el amor. Ayúdanos a dar sentido a nuestra existencia desde esta conciencia de que solamente amándote a Ti y amando al prójimo encontramos la verdadera felicidad en el corazón. Después de haber amado, que significa también cuidar (cuidar la vida propia y ajena), después de haber amado que significa hacer de nuestra vida un don para los demás podremos decir: Señor, hemos cumplido lo que tu nos has pedido, hemos cumplido el camino de la felicidad y queremos estar en la plena felicidad en tu casa, porque tú eres el amor que llena nuestro corazón.