San Mateo
20, 1-16
El Señor nos
relata aquella parábola tan bonita de aquel hombre que sale a buscar trabajadores para la viña, sale a buscar a
distintas horas y a todos los llama por igual.
Lo curioso,
lo notable de esta Parábola es que, no solo que llama a todos, llama a
distintas horas, les da la misma oportunidad a todos de trabajar, sino que además les da a todos
la misma paga, a todos les paga por igual.
Cuenta la
sorpresa de aquellos que habían trabajado más, el dueño de la mies les entrega
a sus trabajadores exactamente lo mismo, a todos.
Así es el
Señor con nosotros, a todos nos llama, tal vez a algunos en la primera hora en
el primer momento de nuestra vida; a otros más adelante, a otros en plena
juventud, a otros ya en la adultez. Lo importantes es todos recibiremos la
misma paga, la paga del reino de los cielos, la paga de gozar junto a Él de la
vida eterna, de esa vida que Él nos ha prometido y nos entregará cuando
partamos al encuentro con El.
Por eso
sería interesante, en este día, te propongo, que te preguntes ¿Cuál ha sido el
momento de tu vida el Señor te ha llamado? ¿A dónde estabas? ¿Qué estabas haciendo? ¿Cómo te encontró? El
que te llamo. ¿Cuál ha sido tu respuesta? ¿Si has sabido aceptar la invitación
a trabajar en su Reino? ¿Si has aceptado su propuesta? O si todavía no has
terminas de aceptarla.
Que el Señor
te de la gracia de encontrar en Él el premio y la alegría de todo tu esfuerzo,
de todo tu trabajo. Aceptar también a tus hermanos que son obreros en tu misma
villa y con ellos trabajar juntos en
comunión, construyendo el reino.