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3 de junio


 San Marcos 11,27-33

Hoy un grupo de sacerdotes, escribas y ancianos que representan al Sanedrín, cuestionan la autoridad de Jesús, más precisamente, de donde proviene esa autoridad con la que habla y actúa. Y Jesús para poder explicarles recurre a la memoria de Juan el Bautista quien pudo adueñarse de su autoridad gracias a su servicio a los demás.

Porque cuando uno piensa en la autoridad desde las perspectivas del Reino, uno lo debe hacer desde la entrega generosa pensando siempre en el prójimo y nunca pensarlo desde el poder y los privilegios.

Tener autoridad es ser coherente entre lo que digo y hago, porque en ésta conjunción la gente creerá en nosotros y verá con claridad nuestra autoridad. No cabe duda que tanto Juan como Jesús tenían autoridad por ser coherentes en sus formas de hablar y actuar, porque sus palabras acompañaban lo que hacían, y de ésta manera, estando en sintonía con su Padre la gente quedaba maravillada y admirada.

Creo que el evangelio de hoy nos invita a pensar y reflexionar sobre nuestra propia autoridad, es decir si somos coherentes entre lo que decimos y hacemos. Recordemos que la Palabra de Dios también nos revela que "no todos los que digan Señor, Señor heredarán el Reino de los Cielos". Quedarse solo con las palabras es detenerse a mitad de camino, el resto hay que hacerlo actuando.

¿Te preguntaste con sinceridad, si lo que predicas con la palabra es coherente con lo que haces o actúas? Te vuelvo a insistir: siempre nuestras palabras deben ir acompañadas con nuestros quehaceres, es decir, con el servicio, con nuestra entrega generosa, con nuestra dar la vida para que el Reino de Dios se haga palpable en medio de nosotros.

En este día la iglesia celebra también a Sa  Carlos Lwanga y compañeros mártires.  Mártires de Uganda a finales del siglo 19.