San Juan 17, 1-11
Habiendo celebrado la Ascensión de Jesús al cielo,
contemplándolo Glorioso y viviente a la derecha del Padre y en nosotros y
esperando el don de su Espíritu Santo, hoy escuchamos el comienzo de esta
hermosa oración Sacerdotal de Jesús.
Jesús ora al padre, intercediendo y ofreciéndole su pasión y
muerte, modelo de oración para cada uno de nosotros. Hoy El señor ora al padre
pidiendo: Glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a Ti, para luego
pedir y rogar por aquellos que el Eligio, sus discípulos, aquellos que fueron
llamados y que creyeron en Él como enviado del Padre.
Hermosa oración de Jesús, de alabanza, de adoración, de
reconocimiento, de pedido que nos invita también a nosotros a orar siempre, que
nos enseña también a dirigirnos a nuestro Padre Dios, como hijos en el Hijo.
Cuánto se transformaría nuestra vida si tuviésemos cuidado
en nuestra oración cotidiana, no solo para recitar oraciones, sino también para
orar, como lo hace Jesús, porque Orar es estar en todas nuestras tareas y cosas
cotidianas sin perder la interioridad, la mirada sobrenatural de las cosas,
como nos dice Santa Teresa de Jesús: “Para mí la oración es un impulso del
corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en
las penas como en las alegrías.”
Poder contemplar y reconocer a Dios en cada acontecimiento,
en cada situación, ofreciendo a Dios por medio de Jesús, cada una de nuestras
penas y alegrías, cada uno de nuestros fracasos y logros, intercediendo por
nuestros hermanos, ¡¡¡por sus necesidades…y cuanto que hay por interceder!! esa es la tarea, porque orar es hablar con
Aquel que sabemos que nos Ama.
Que desde la oración cotidiana y el obrar cotidiano y
comprometido, podamos experimentar la Vida Eterna, conocer al Dios Verdadero y
a su enviado Jesucristo.