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16 de mayo


 San Juan 16, 5-11

Nos encontramos en este día nuevamente en torno a la Palabra del Señor, en el Evangelio de San Juan. Recordemos que San Juan habla a través de los signos, a través de lo que ha ido viviendo y experimentando con Jesús. San Juan comienza relatando esta Palabra que de alguna manera nos ubica en el momento en el cual Jesús aparece dialogando con sus discípulos: “A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos…”

Jesús relata claramente su vuelta al Padre, es necesario que Jesús vuelva al Padre para que nos pueda enviar el Paráclito, el Abogado, el Defensor. Sin embargo reconoce que su partida causa en sus discípulos, y también en cada uno de nosotros, tristeza, como quizás una desazón o un desconcierto, como una angustia o soledad. Sin embargo, Jesús es muy claro: “Es necesario que yo vuelva al Padre…” para que el Paráclito realmente pueda hacerse presente.

Aquel Abogado Defensor que el mismo Jesús nos va a enviar, Aquel que cuando venga, dice: “probará al mundo donde está el pecado, donde está la justicia y cuál es el juicio”. Jesús relata claramente a la luz de su Palabra, pero con la fuerza del Espíritu Santo que viene a reinar en cada corazón que se abre a su Gracia, a su Presencia.

Pero sobre todo, habla claramente de estas tres palabras precisas: del juicio, en donde la justicia está en que el Príncipe de este mundo ya ha sido condenado, en donde se reconocerá el pecado, y en donde realmente el Señor pondrá su justicia en el bien, en el obrar de aquellos que han sido fieles a su Palabra, a su Voz. El juicio es aquello que todos vamos a pasar, pero recordando las palabras de san Juan de la cruz: seremos juzgados en el amor, ese es el juicio que el Señor va a ejercer sobre nosotros, porque es el Dios del amor, porque es el Dios del perdón.

Sigamos preparando el corazón para que el Señor realmente nos llene con su Presencia, con su Amor, pero sobre todo con la fuerza de su Santo Espíritu, cuando celebremos la venida del Espíritu de Dios. Que el Señor te acompañe, que el Señor te bendiga y te llene de su alegría.