San Juan 6, 16-21
Contemplando el Evangelio de este día bajo la luz del Tiempo
Pascual que estamos viviendo, nos puede recordar a un relato de una de las
apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos. Y concretamente a los
discípulos de ahora que Él bien conoce, que a pesar de haber celebrado la
Vigilia Pascual, toda la Octava de Pascua y esta Segunda Semana… continúan aún
“en una noche cerrada”, en la que no cesa de soplar un viento fuerte y las
aguas cada vez se encrespan con más violencia… Y, ¿cómo es esto? Pues porque
“Jesús todavía no los ha alcanzado”. Pero el deseo de Jesús es que su
Resurrección nos llegue a todos.
Normalmente Él se pasea entre nosotros “como uno de tantos”;
sin embargo, en esta ocasión se presenta caminando en medio de la oscuridad
sobre las aguas de un lago… y ¡esto ya no es cosa de uno de tantos! Hay
momentos concretos (como sucedió en éste relatado por San Juan) que Jesucristo
se manifiesta con fuerza y poder en la vida de cada uno como Dios que es,
caminando por encima de todas las aguas posibles, noches, muertes, miedos,
sufrimientos… y diciéndonos: “SOY YO, NO TEMÁIS”.
Pongamos en Jesucristo toda nuestra seguridad y confianza,
porque Él es nuestro Salvador, nuestro Dios y Señor. Él ya ha vencido a la
muerte. ¡Está resucitado entre nosotros! ¡ALELUYA