24 de marzo
San Juan 7,1-2.10.25-30
Cercanos a Semana Santa, la liturgia nos viene regalando
estos días diversos discursos o hechos de Jesús camino de Jerusalén. Hoy mismo
lo vemos ya tomando la decisión de entrar en Jerusalén y, todavía más, de encarar
hacia el Templo… sabiendo las consecuencias. El Evangelio de Juan machaca mucho
en este hecho determinante: Jesús sabía lo que iba a suceder y, así y todo,
encara hacia Jerusalén, elige ir a Jerusalén… ¡Encara hacia la Cruz! Recuerden
que Jesús dirá un poco más adelante: “Nadie me quita la vida, sino que la doy
por mí mismo” (Jn. 10, 18).
En el evangelio de
hoy vemos que ante la hostilidad de algunos que se quedan en la superficialidad
y le tienen miedo a la verdad, o no les importa mucho la verdad (esa verdad que
te hace libre) Cristo se da a conocer, revela su origen y su más profunda
identidad; y que bueno para nosotros en estos tiempos.
Podemos preguntarnos ¿como andamos con nuestra identidad?
especialmente nuestra identidad cristiana ante una crisis de identidad que
vivimos. Miren lo que nos dice Jesús: yo no vine por mi propia cuenta, pero el
que me envío dice la verdad y ustedes no lo conocen, se refiere al Padre, del
cual El es el único que lo conoce; como nos dice en San Juan: a Dios nadie lo
ha visto jamás, al Padre nadie lo ha visto jamás, el Hijo que compartía la
intimidad con el Padre, el nos lo ha dado a conocer: Yo si lo conozco porque
vengo de El y es El, el que me envío.
En todo el Evangelio de Juan, el apóstol joven esta relación
del Cristo con el Padre es clave y nos hace entrar en esta relación para que
allí maduremos con la ayuda del espíritu nuestra identidad de hijos y así
contentos andemos por los caminos de la vida, con el gozo profundo de sabernos
cristianos, discípulos misioneros de un Dios que es amor, porque Dios es amor;
comunión de amor que nos compromete para hacer un mundo mejor donde la palabra
tenga el amor que sana y construye la ultima palabra, esa palabra que todo lo
renueva.
Caminemos renovados hacia la Pascua en el año de la vida y
decididos a hacer una patria de hermanos porque la clave de la historia es que
con el egoísmo se destruye y se corrompe todo, pero con el amor todo se
construye. Por eso bueno sacar a fuera la verdad de lo que somos, pero para
encontrarnos con la verdad que nos hace libres. Que Dios te bendiga.