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28 de febrero


 San Mateo 6,7-15

La alegría del reencuentro en torno a la palabra de Dios sea el gozo de saber que cada día el Señor nos habla, nos comparte su amor, nos invita a vivir en plenitud.

El auténtico acercamiento a Dios solo puede realizarse a partir de una relación filial, una relación de confianza con un padre que conoce nuestras necesidades y desde este principio brota la enseñanza de la oración del Padrenuestro.

El carácter de esta oración expresa la relación de intimidad entre Dios que es ante todo padre y la comunidad de hijos; las primeras palabras de la invocación reflejan la voluntad de un crecimiento de intimidad entre el Tu de Dios -”Tu Padre”, “Tu nombre”, “Tu Reino”, “Tu Voluntad”- y el nosotros de la familia comunitaria -el “Nuestro”, el “da a nosotros”, “nuestro pan”, “nuestras deudas”, “nuestros ofensores”, “no nos dejes caer en la tentación”, “líbranos del mal”- como lo introduce en el versículo 7 hoy “no hablen mucho” allí se afirma la paternidad de Dios, su conocimiento de las necesidades familiares, la comunión de vida en el seno de la misma familia. Por esto la primera parte de la oración no se dirige a señalar el interés propio ni siquiera el interés de la comunidad, es el interés del jefe de familia a quien nos sentimos profundamente unidos, el Padre.

Tres peticiones van a expresar este interés principal de la comunidad, esta comunidad que se descubre necesitada de este padre del cielo, tres peticiones que van al nombre al reino y al querer de Dios, la voluntad de Dios; tal vez nos detenemos en alguna de ellas, la primera se formula mediante la búsqueda de la santificación del nombre, el sentido de la petición debe ser comprendido desde el significado del nombre en la manera de pensar en Israel, con el termino se designa al mismo ser a quien se le atribuye, en este caso el ser de Dios, es un Dios santo, pero cuya santidad se ha manifestado y por consiguiente se pide que Dios sea reconocido, que sus derechos sean aceptados en la comunidad.

Que venga tu Reino, que se manifieste plenamente en la historia humana; solo desde la centralidad de Dios en la existencia del hombre pueden adquirir sentido las necesidades propias de la comunidad de los hermanos, la necesidad del pan para todos, la creación de un ámbito de perdón, la fuerza necesaria para vencer al mal en la propia vida… son intereses no solamente de la comunidad, sino que son intereses del mismo Dios.

Cuando reces retírate a tu cuarto, cuando recen… no sean palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les aran caso.

Has que descubra Señor esa verdadera plegaria de la que tú nos hablas y que semi-silenciosa va de corazón a corazón, ¿me contento con utilizar solo plegarias ya hechas? ¿o hablo a Dios con mis propias palabras lo más a menudo posible?