San Marcos 8,34-38.9,1
Las
condiciones que pone Jesús para poder seguirlo: negarse así mismo, renegar de
uno mismo, cargar con la cruz, bueno realmente allí seguirlo. ¿En qué consiste
esto de negarse a uno mismo? vale decir, el no anteponer nada frente a Cristo
lo primero siempre es Jesús en nuestras vidas, es Dios, después seguimos
nosotros; esto no sucede fácilmente en nuestras vidas, necesitamos de la gracia
de Dios para que nos cambie, para que nos transforme, la fuerza del Espíritu
Santo puede hacer esto si somos dóciles a Su voluntad.
“El que
quiera salvar su vida, la perderá” dice el texto, de eso se trata, porque
perdiendo la propia vida se la encuentra, negándose a uno mismo, entregando
muchas veces momentos de disfrute, cosas válidas por la salvación de otros nos
ayuda a crecer, y que el Reino de Dios crezca también.
Se trata de
alguna manera de negarnos a nosotros mismos, negando nuestro egoísmo, y dándole
libertad a nuestro corazón para que ame, ame sin fronteras, ame sin límites.
Insistimos, todo esto sólo es posible con la gracia del Espíritu Santo.
En este
viernes 17 de febrero queridos amigos de oleada joven pedimos al Señor la
gracia de no avergonzarnos de Jesús y de los regalos que nos ha hecho con su
gracia, con su amor, con su ternura; al contrario, valorarlos y decidirnos a
seguirlo hasta el final, no tener miedo de “perder” la propia vida, de
entregarnos, de gastarnos, de jugarnos por Jesús, en eso consiste justamente
nuestra tarea como discípulos misioneros, el seguimiento de Jesús.
Pero las
características que Jesús nos presenta en este evangelio nos llevan entonces a
renegar de aquellas cosas que nos alejan de Él, que no son buenas para nosotros
ni para nuestros hermanos. Negarnos a nosotros mismos.