San Mateo 3, 13-17
Hoy
celebramos el bautismo del Señor Jesús y con esta fiesta termina el ciclo
festivo de la navidad. Mañana comienza el tiempo ordinario. Las lecturas tratan
de Jesús. ¿Qué podemos aprender de él?
Creemos que
el profeta Isaías habla del Mesías, el que vino a nosotros en la mañana de
Navidad. ¿Cómo lo describe? Es un siervo. El Padre le ha elegido. El Padre se
complace en él, deposita su espíritu en él y decide enviárnoslo. ¿Qué trae
consigo? Pienso ahora en los nacimientos
que veíamos en muchos lugares.
Esos nacimientos nos hacían pensar en un niño
o en un bebe. Cuando pienso en bebés,
las palabras que me vienen a la mente son cálido, mimoso y dulce. Isaías dice
que este bebé cálido, mimoso y dulce crecerá y traerá la justicia a las
naciones, algo que se repite dos veces más. No una justicia venida de muy
lejos, sino un pacto con el pueblo.
Los pactos requieren una implicación personal.
El Verbo se hizo carne. No envió la justicia, la trajo. ¿Qué tipo de justicia
traerá? Iluminación para las naciones, vista para los ciegos, libertad para los
confinados y luz para los que habitan en las tinieblas.
Cuando pienso en alguien que trae justicia,
tiendo a pensar en alguien que ejerce poder y autoridad, aplastando a los
malvados y enderezando las cosas. Isaías dice que el siervo de Dios no vendrá
así. No gritará ni vociferará.
Su voz no se oirá en la calle. De hecho, es tan gentil que es como una persona que no rompe una caña torcida ni apaga una mecha encendida. Eso sería demasiado violento para él. Su justicia llegará a los que esperan y abrazan sus enseñanzas. Las Escrituras dejan claro que Jesús vendrá de nuevo en gloria.
Mateo nos
cuenta que Jesús vino al río Jordán y le pidió a Juan el Bautista que lo
bautizara. Juan no quiso hacerlo.
Su bautismo era para la remisión de los
pecados. Las personas que venían a bautizarse confesaban sus pecados antes del
bautismo. Juan obviamente conocía a Jesús. No tenía pecados que confesar.
Pero Jesús insiste. Bautizarse es lo correcto. Los justos se identifican con Juan y su bautismo. Jesús se identifica con los pecadores. Marcos dice que los cielos se rasgaron. Dios viene a la tierra, se identifica con los pecadores y les abre los cielos.
Vemos
descender la paloma, oímos la voz de los cielos y, con el salmista,
proclamamos: "El Señor bendecirá a su pueblo con la paz".