San Lucas 2, 21-24
Honramos el
Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en
las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas
las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor.
Para
agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la
Pasión de Cristo honrando Su Cruz. Descubrimos nuestras cabezas y doblamos
nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos
nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes:
"En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras
deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:
* Brinda
ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre
expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus
manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los
enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los
Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los
muertos (Hechos 9, 40).
* Da
consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al
pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo
el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
* Nos
protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús,
Quien lo ha vencido en la Cruz.
* En el
nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad,
pues Cristo dijo: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre."
(Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las
palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.
Así se
cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla
se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).