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2 de enero


 San Juan 1,19-28

Comenzamos un nuevo año y claro, eso significa ponernos en sintonía de anhelos. Empezar algo nuevo es cargarnos de esperanzas, de deseos, es maravillarnos con todo lo que Dios nos puede presentar.

 ¿Qué nos traerá este año que comienza? ¿Qué cosas vamos a poder trabajar? ¿Qué sueños, qué metas, qué objetivos? Y es cierto, pueden cambiar muchas cosas, pero lo que no cambia nunca es el amor y la fidelidad de Dios. Empezar el año en la presencia de Dios es a lo que nos invita el Evangelio de hoy.

Dice la Palabra que es necesario preparar el camino del Señor. Cuando le preguntan a Juan Bautista que quién es él, responde con una imagen del profeta Isaías: “Yo soy una voz que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor”. Esto nos da una muy linda clave para vivir este tiempo de Navidad y para comenzar a caminar este 2023: preparar el camino.

Si lo tenemos que sintetizar en una frase, esta sería poder ayudar a todos a que se encuentren con el amor y la misericordia de Dios. Pero también ayudarnos nosotros. Preparar el Camino es enderezar lo que está torcido, corregir lo que nos complicaba, buscar mejorar eso que tanto nos costaba (el mal carácter, la falta de paciencia, el egoísmo, etc).

 Preparar el Camino es dejar que Dios haga nuevas todas las cosas, dejar que Jesús nos sane, pedir perdón y perdonar. Preparar el Camino es ser creativos para hacer el bien, no vivir en la indiferencia. Preparar el camino es convertirnos todos los días en instrumentos de Dios. Piensa en las personas que te ayudaron a preparar tu camino hacia Dios.

 ¿Estás haciendo lo propio con los demás? Y para hacer esto, no alcanza con agarrar la Biblia, con hacer retiros, con estudiar teología. Lo verdaderamente importante es encontrarse personalmente con Jesús. Qué linda gracia para pedir en este comienzo de año: “Señor, que te pueda encontrar. Señor, que te pueda conocer. Señor, que pueda compartirte a los demás”