San Mateo 18, 12-14
San Ambrosio cuyo nombre significa "Inmortal" es
uno de los más famosos doctores que la Iglesia de occidente tuvo en la
antigüedad junto con San Agustín, San Jerónimo y San León.
Cuando apenas tenía 30 años fue nombrado gobernador de todo
el norte de Italia, con residencia en Milán, y posteriormente, fue elegido
Obispo de esta ciudad por clamor popular. San Ambrosio se negó a aceptar el
cargo pues no era sacerdote, pero se hicieron memoriales y el Emperador mandó
un decreto señalando que el santo debía aceptar ese cargo. Desde entonces se
dedicó por horas y días a estudiar las Sagradas Escrituras hasta llegar a
comprenderla maravillosamente.
San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al
pueblo; además, escribió muy bellos libros explicando la Biblia, y aconsejando
métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo
un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Además de su
sabiduría para escribir, tenía el don de la diplomacia siendo llamado muchas
veces por el alto gobierno como embajador del país para obtener tratados de paz
cuando se suscitaba algún conflicto.
Sus cualidades personales fueron las que le atrajeron la
devota atención de todos. La actividad cotidiana de Ambrosio estaba dedicada a
la dirección de su propia comunidad, y cumplía sus compromisos pastorales
predicando a su pueblo más de una homilía semanal. San Agustín, quien fue un
asiduo oyente de los sermones de San Ambrosio, nos cuenta en sus Confesiones
que el prestigio de la elocuencia del obispo de Milán era muy grande y muy
eficaz el tono de este apóstol de la amistad.
En sus escritos que han llegado hasta nosotros se siente palpitar el corazón de un gran
obispo, que logra suscitar conmovedora emoción en sus oyentes con argumentos
llenos de emotividad y de interés. Como buen pastor le gusta enseñar cantos
litúrgicos a su pueblo.
Entre sus escritos demuestra que el cristianismo puede
asimilar sin peligro de alterar el significado de la buena noticia esos valores
morales naturales que el mundo pagano y romano en particular supo expresar.
Ambrosio murió en Milán el 4 de abril del 397.