San Mateo, 9-27-31
En el día de hoy, la Iglesia celebra a San Francisco Javier,
sacerdote jesuita, patrono de los misioneros. A Francisco Javier se le ha
llamado “el gigante de la historia de las misiones”, debido a su ímpetu evangelizador
y a la fuerza espiritual con la que condujo empresas apostólicas
particularmente difíciles, como llevar el Evangelio a Oriente, especialmente a
Japón.
San Francisco Javier nació en 1506, en Navarra, (España). A
los 18 años fue a estudiar a la Universidad de París (Francia). Y allí
conoció al entonces estudiante Íñigo de Loyola.
Francisco entabló una amistad profunda con Íñigo, el futuro
San Ignacio de Loyola. Junto con él y un grupo pequeño de compañeros formaron
lo que sería el primer grupo de la Compañía de Jesús. Finalizados sus estudios,
hizo los votos y realizó los Ejercicios Espirituales. Gracias a estos pudo
comprender lo que su amigo Ignacio solía decirle: "Un corazón tan grande y
un alma tan noble no pueden contentarse con los efímeros honores terrenos. Tu
ambición debe ser la gloria que dura eternamente". Su consagración
definitiva en la Compañía de Jesús se produjo en 1534.
Años después, Francisco Javier sería ordenado sacerdote en
Venecia. Posteriormente, viajaría a Roma, junto a San Ignacio y lo ayudaría en
la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús.
En la primera expedición misionera de la Compañía, Francisco
es enviado a la India. En Goa, los jesuitas, encabezados por Francisco Javier,
se encontraron con una situación
terrible. La decadencia moral entre los portugueses y muchos se habían alejado de su fe.
Mas tarde viajo a Japón, donde continuo evangelizando.
Por un tiempo, Francisco Javier retornó a la India para
después trasladarse a Malaca, donde empezó a hacer los preparativos para el
viaje a la China, cuyo territorio era inaccesible para los extranjeros.
El Santo logró formar una expedición y llegar hasta la isla
desierta de Sancián cerca a la costa de China, y a unos cien kilómetros al sur
de Hong Kong. Sin embargo, cae gravemente enfermo. El 3 de diciembre de 1552,
Francisco muere sin poder llegar al país que soñó evangelizar.
Su cuerpo fue puesto en un féretro lleno de barro para ser
trasladado. Después de diez semanas el barro fue retirado y su cuerpo fue
hallado incorrupto. El cuerpo del santo fue llevado a Malaca primero y luego a
Goa. Allí, en la Iglesia del Buen Jesús, reposan sus restos hasta hoy.
San Francisco Javier fue canonizado en 1622, junto a otros
grandes santos como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Ávila, San Felipe
Neri y San Isidro Labrador.