San Lucas 9, 7-9
Este
evangelio de hoy viene después de que Jesús envía a los apósteles a la
misión y como indicaciones les pide que
vayan sin nada "No lleven nada para el camino: bolsa ni bastón, ni pan, ni plata, ni
siquiera vestido de repuesto". La misión es desafiante, superadora de la
fuerza y preparación de los discípulos, y sin embargo.
Él los invita a que vayan desprendidos, sin
provisiones para el camino. Esto no significa que Jesús sea desprevenido ni
descuidado con los discípulos, sino que los invita a la confianza a que vayan
con la certeza de que no necesitan nada porque el que va con Dios lo tiene
todo. Es un poco la experiencia que hace Santa Teresa cuando dice que
"Sólo Dios basta".
Si caminamos
confiados en que Dios viene con nosotros, no queda lugar para el miedo sobre la
comida, el vestido, el alojamiento… El Padre nunca permitiría que a uno de sus
hijos le falte algo de lo elemental. Sólo desde esa confianza se puede salir a
compartir el evangelio con los demás, sabiendo que a la obra la realiza Dios y
no nosotros… a nosotros nos queda ponernos a disposición, confiados en las
maravillas que Dios puede hacer a través de nosotros si le entregamos las
riendas de nuestra vida.
Y como nos
dice el evangelio hoy, todos comentaban sobre la acción de Jesús y sus
discípulos, incluso llega a oídos de Herodes que se pregunta quién será éste
que hace tantos prodigios. Cuando se obra desde Dios, desde la confianza y
haciendo su voluntad, hasta nuestras acciones más insignificantes tienen eco en
el cielo. Nada de lo que hagas y
ofrezcas con amor va a quedar infecundo, y además tiene efecto multiplicador y
despierta en los demás el deseo de también meter mano en la construcción de un
mundo mejor.