Páginas

9 de agosto


 San Mateo 18, 1-5.10.12-14

La Palabra no deja de sorprendernos, ojala nunca deje de hacerlo. Hoy nos presenta a los discípulos haciéndole una pregunta a Jesús, que manifiesta que todavía no entendieron casi nada del Reino. ¿Quién es el más importante en el Reino de los cielos? Los discípulos siguen pensando y viviendo su ser discípulos desde parámetros totalmente distintos al de Jesús.

Él responde, sorprendiéndolos al poner a un niño en medio de ellos y diciéndoles, “Si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos”. Para ser parte del Reino, se necesita cambiar, el Reino de Dios es don, regalo y no mérito, y para recibir este don, se necesita un corazón sencillo, humilde, dependiente y confiado en el Padre, como Jesús que se hizo pobre, periferia, para Salvarnos, para rescatarnos.

“El Padre celestial no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños”, de este modo culmina la palabra de este día, nuestro Padre celestial tiene mirada preferencial por los más pequeños, por los que tienen el corazón de niño, por la periferia.

Después de tantos años, todavía nos cuesta al igual que a los discípulos, pensar y hacer como quiere Jesús, muchas veces seguimos pensando con parámetros distintos al de Jesús, porque nos creemos importantes, porque creemos que somos nosotros los que hacemos merito para algo, porque pensamos y miramos nuestra vida cristiana desde el hacer y no desde lo que somos, hijos amados del Padre, porque nos cuesta mucho mirar y caminar nuestra vida de discípulos desde la pequeñez, desde la periferia, desde la oveja perdida.

En el día de hoy la iglesia celebra a Santa Teresa Benedicta de la Cruz, la cual fue Judía de nacimiento, abraza la fe católica ya siendo profesora de universidad y reconocida filósofa. Entra en las Carmelitas descalzas y muere víctima de los nazis en Aushwitz. Canonizada por Juan Pablo II el 11 de Octubre, 1998

Consideró su conversión a la fe católica como una conversión también hacia una  más profunda identificación con su identidad judía.

Su testimonio ilustra dos temas inseparables: La unidad entre el judaísmo y la fe católica y el valor del sufrimiento.