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4 de julio

 

San Mateo 8,23-27

 

Los gestos, las Palabras y acciones de Jesús, siguen asombrando no sólo a la multitud, sino también a los discípulos que habiendo dejado todo, lo siguieron.

 

Escuchamos hoy en el evangelio de Mateo, el relato de la tempestad calmada, Jesús sube a la barca, seguidos por sus discípulos, en medio del mar, se arma una gran tormenta y las olas cubren la barca y Jesús, duerme. Por eso los discípulos le gritan, “sálvanos, Señor, nos hundimos” Jesús les despertándose le dice, antes de increpar al viento, ¿por qué tienen miedo, hombres de poca Fe?

 

Sabemos que Mateo relee este acontecimiento como figura de la Iglesia, Ella atraviesa el mar tempestuoso de la historia con la presencia real y silenciosa de Jesús, y que aunque no la libera de miedos ni dificultades, pero nunca la deja sola. Sólo Él, Jesús, puede dormir en medio de la tormenta, porque descansa en el seno del Padre y se despierta en el poder de Dios, para Salvarnos, despertándonos a una vida nueva.

 

Que buena noticia, el saber, el creer que Jesús navega con nosotros, que no estamos remándola solos, que no estamos solos. Y que, si por alguna razón nos sentimos abandonados o solos, podemos también gritar: “Señor sálvanos.”

 

Que importante es también la reprensión del Señor, “hombres de poca Fe”, porque también a nosotros muchas veces nos cuesta creer, nos cuesta o no podemos verlo presente y porque creo que es también una invitación a afianzarnos más en Él, a ser audaces, constantes, perseverantes.

 

Santa Teresa de Jesús decía: «Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor.»

 

Señor Jesús, aumenta nuestra Fe, aumenta nuestro amor, que podamos descubrirte en cada situación de nuestra vida, reconociéndote vivo y realmente presente, que podamos también acompañar a quienes se encuentran en medio de dificultades y miedos, siendo testigos y anunciadores de tu presencia siempre Fiel y Viva.