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10 de junio


 san Marcos 12, 38-44

El Evangelio de la viuda en contraposición a la postura de los escribas es de una gran profundidad y una terrible ejemplaridad. La viuda del Evangelio es modelo de caridad.

Esto lo tenemos que entender en la profundidad de lo que la caridad significa o implica en nuestra tradición cristiana y en nuestra vida.

Porque para muchos la caridad se volvió mala palabra, en el sentido que la han convertido en beneficencia y asistencialismo. Nada más lejos de eso.

 Cuando Jesús habla de amor, habla de la caridad en su sentido más hondo y más propio, que es justamente el proceder de la viuda: dar todo.

Venimos de tradiciones donde quizás siempre se nos ha recalcado que tenemos que hacer el mayor esfuerzo por poder pensar en los más necesitados y darles algo para que puedan palear su necesidad.

Hemos levantado así un esquema de “arriba-abajo”, asistencialismo barato y beneficencia insípida, que nos lleva a dar lo que nos sobra, o ya no usamos, o nos queda chico, o se rompió, u ocupa lugar innecesario en la casa

Nos hemos acostumbrado a una cultura de dar lo que nos sobra. Damos lo que ya no usamos y pensamos que le puede servir a otro.

¡Ingenuos! Si no lo podemos usar nosotros, ¿por qué habrá motivo para que lo pueda usar otro? De repente tenemos depósitos enteros en Cáritas con enormes donaciones de ropa que no sirven más que para trapo. Ingenuamente, somos colaboradores de la cultura del descarte: no nos damos nosotros, damos lo que nos sobra.