San Juan
13,21-33.36-38
Hoy el evangelio se trata del anuncio de la
traición de Judas, estamos en plena Semana Santa, y solo el pasado Domingo de Ramos, aclamábamos a Jesús como el
profeta esperado, como el Mesías anhelado, como el bendito que viene en el nombre del Señor, y ese mismo
pueblo, que grita:” Hosanna el hijo de David”, el próximo viernes Santo habrá
de exclamar: “Crucifícale, crucifícale” y en el medio esta lo de este evangelio
de hoy, es decir, la discusión acerca del testimonio de Jesús, el anuncio de la
traición de Judas, en el medio de ese cambio, de esa dualidad del pueblo que lo
aclamo y unos días después pidió la crucifixión.
¿Qué es lo
que hizo que Judas no improvisara la traición? Fue la suma de pequeñas
infidelidades, de pequeños “No” a lo que Jesús le enseñaba, de pequeñas
connivencias que se transformaban en doble vida entre lo que se piensa y lo que
se hace, entre lo que se dice y la vida concreta que se lleva y por eso la suma
de pequeñas infidelidades hizo que Judas en la noche de la traición mereciera
de Jesús las palabras: “Lo que tengas que hacer, hazlo pronto”
Estamos
camino hacia el jueves Santo, viernes Santo, sábado de Gloria y domingo de
Resurrección. Acompañemos a Jesús, con fidelidad y con amor en este camino de
la cruz, en esta Pasión, para que muriendo con Él, resucitemos a una vida
nueva, por eso le pido a todo que abran el corazón, como decía el papa Juan
Pablo I
“Rompiendo
las cadenas más fuertes que las cadenas de la muerte” y por lo tanto
encontrando que por encima de nuestras contradicciones el Señor nos espera en
la cruz, muchas veces para decirnos, Padre “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”
y otras veces para decirnos “En tus manos entrego, encomiendo mi Espíritu”
Que el Señor
de la Paz nos concede la Paz siempre y en toda forma y que su camino hacia dar
la vida, nos tiene que llevar también a nosotros a morir a todo aquello que no
nos hace felices, que nos hace adictos al mal y que posterga que seamos
personas que se realicen como tales y como cristianos.