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25 de febrero


 San Lucas 5,27-32.

El Evangelio de hoy nos relata el llamado y la conversión del apóstol San Mateo. Recordemos que Mateo es aquel que estaba sentado a la mesa del cobrador de impuestos y que escuchó de Jesús  una palabra que lo transformó:” Sígueme” y él dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

Jesús no viene a llamar a los justos, sino a los pecadores para que se conviertan. La llamada a los primeros discípulos que era gente ruda y sencilla, el perdón que Jesús ofrece a los pecadores, todo esto nos va revelando el rostro desconcertante del maestro, y ahora la escena del evangelio que acabamos de escuchar, Jesús invita a su seguimiento a un hombre doblemente despreciable por su oficio de recaudador y por ser colaboracionista con el odiado ocupante romano , pero nada se interpone ante el amor del Señor , nada puede apartarnos de su amor .El amor con el cual él es capaz de elegir del mundo del pecado , a cuantos se dejan interpelar por él , así lo hizo Mateo: Deja todo, se levanta y lo sigue.

En estas tres acciones, en este dejarlo todo, levantarse y seguir a Jesús se muestra que Mateo resucita a una vida nueva, a partir de su encuentro con Jesús, comienza a seguir a Jesús por los caminos de la misión.

 Qué bueno sería para mi y para cada uno de nosotros ponernos hoy en el pellejo de Mateo, que no dejemos pasar de largo a Jesús, que nos dice que nos levantemos de todo lo que nos ata y que lo sigamos por el camino del amor, de todo eso que nos ata y que no nos deja amar de verdad, eso que no nos deja ser felices de corazón, eso que no deja que nuestro corazón se sienta lleno, repleto del amor de Dios y del amor de los hermanos. Por eso Jesús hoy nos mira con amor y misericordia, como miró a Mateo y yo pienso que nos tenemos que sentir  como él, para poder vivir la fiesta del perdón.