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8 de noviembre

San Lucas 17,7-10.

La Palabra nos sigue acompañando, guiando, enseñando. El Señor sigue formando a sus discípulos, mientras van de camino, hoy a partir de la parábola del servidor humilde.

“así también ustedes, cuando hayan hecho lo que se les mande, digan: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber…”

El discípulo de Jesús, el servidor de corazón se caracteriza por ser y obrar gratuitamente, para mayor gloria de Dios, se distingue por la humildad y el agradecimiento en este Dios de quien recibe la vida, los dones y la posibilidad de poder responder en algo a tanta bondad y misericordia.

Tentados muchas veces de ser reconocidos, de que nos agradezca, del éxito e todas nuestras propuestas y/o acciones, de vivir la vida Cristiana, esperando recompensa, que todo nos vaya bien, el Señor nos invita a responder: “Somos simples servidores”

Muchas veces nos entristecemos porque las cosas no salen como deseábamos, porque a veces la respuesta esperada no es tal, porque muchas veces no nos reconocen todo lo que hacemos, porque otras no responden de igual modo que yo y en otras circunstancias le preguntamos al Señor el porqué del sufrimiento, el porqué del fracaso, por qué salen las cosas distintas a como yo pensaba o salen mal, si yo hago las cosas bien, si yo trato de seguirte.

Estamos invitados a volver a lo importante del discipulado y del servicio, respondiendo al Gran amor salvador, liberador y redentor del Señor, queriendo ser servidores de verdad, queriendo responder con amor y gratuidad a todos los dones recibidos. Hacer todo para mayor Gloria de Dios, para que su Nombre y su vida sea alabada. Como santa Teresa de Jesús que dirá “Sólo Dios Basta”

Danos Señor un corazón humilde y agradecido, que pueda responder siempre gratuitamente a tanto amor, danos un corazón de servidor y discípulo que siempre busque amarte y servirte porque en vos Está la Vida.