San Juan 16,
16-20
San Felipe
Neri
La alegría
es el ingrediente fundamental del cristiano que disfruta desde la Fe, la
esperanza en el Señor amando como hizo Él. Hoy celebramos a San Felipe Neri que
vivió este dinamismo como veremos en su trayectoria. Nacido en Florencia el año
1515, pronto morirá su madre, pero su madrastra cuidó de él y de sus tres
hermanos con verdadera ternura.
Joven
virtuoso y orante, tras un tiempo de prueba como comerciante, se siente tocado
por la Gracia de Dios, estableciéndose en Roma.
Allí se hospedará en casa de un mercante, siendo un verdadero aliciente
espiritual y humano para toda su familia. Por un tiempo se dedicó a la oración
y al estudio. Sin embargo, un día dejará los libros para consagrarse al
apostolado en la Ciudad Eterna donde la relajación de costumbres espirituales y
humanas requería una renovación profunda desde el Evangelio.
Su labor dio
pronto los frutos esperados con innumerables conversiones y vueltas a Dios,
después de una vida abandonada. Pero su corazón albergaba otros objetivos y
anhelos pastorales. Por ejemplo, la inquietud por marchar de misionero a
África, pero que no llegó a cuajar, permaneciendo en Italia donde, tras
ordenarse sacerdote, con un grupo de hermanos presbíteros, funda la Congregación
del Oratorio.
La Oración y
el canto son las constantes del nuevo carisma, a las que se unía también las
obras de caridad. Y es que si por algo se caracterizó siempre Felipe Neri fue
por su alegría y sentido del humor. Sin duda seguía aquellas palabras de Santa
Teresa que pedía insistentemente que la tristeza y a la melancolía, lejos del
alma mía. Realidades que le acompañaron hasta su muerte ocurrida en 1595.