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21 de enero

 

San Marcos 3, 13-19

En Este evangelio vemos Jesús que los llama, los convoca, les regala una Vocación. Y también podemos pensar en nuestra propia vocación, la que Dios nos ha regalado. Él también sigue llamando hoy a todo hombre, toda mujer que abra su corazón a la Gracia y que escuche ese llamado profundo, directo al corazón que cada día Dios nos hace, tempranito a la mañana.

Por eso vemos que el texto comienza diciendo que Jesús llamó a su lado «a los que quiso», como que no hay un motivo intelectual, algo racional que diga “bueno, tal persona es elegida por tal talento,  al contrario Dios elige a los que Él quiere. Los motivos no lo sabemos.

Y podríamos decir que muchas veces no elige a los mejores, a los que tienen una característica o tal ventaja o tal virtud en esto o en aquello: No, Dios elige a los que Él quiere, porque sabe que Su Gracia, Su Amor triunfa en medio de la debilidad, en medio de la fragilidad de cada persona que es elegida. Por eso, los verdaderos motivos de la elección Divina no los conocemos

Seguramente no va a ser por los dones o virtudes que Dios nos ha regalado, al contrario justamente, El  sabe cómo somos y así Dios nos quiere, nos quiere un montón y nos quiere sacar buenos también, por eso una y otra vez no se cansa de llamar. Este llamado no es al principio nada más: es todos los días. Dios todos los días nos sigue convocando para que no nos cansemos de trabajar en Su Reino.

 Por eso si alguno pensara o dijera “a mi Dios no me dio ninguna vocación, no me llamó, no sé qué voy a hacer de mi vida”, tómate un tiempo, haz silencio, ponte en contacto con la naturaleza, lee la Palabra de Dios. Fijase a ver qué signos Dios te está dando, porque sin duda te va a ayudar a descubrir este plan que tiene pensado para ti.

Esta respuesta que usted solo podrá darle, ese Sí como dio María lo han dado tantos santos en la Iglesia Católica, también lo podrá decir usted. Ese Sí confiado, esperanzado; a veces mezclado con temor, con miedo porque uno no sabe qué va a pasar: “Dios me llama a esto me parece, no estoy seguro”, bueno, ya animarse a hacer esta pregunta en el fondo del corazón es muy valioso, ¿por qué? Porque allí está la felicidad, en lo profundo del corazón, cuando uno se anima a preguntarse por las cosas que realmente valen la pena en esta vida: la búsqueda de la felicidad, de la verdad, de la entrega, del compromiso.

Por eso, la vocación es un llamado que exige una respuesta de nuestra parte, sin apurarnos, pero tampoco quedándonos detenidos toda la vida mirando el panorama, al contrario: Dios nos invita a que le demos una respuesta pronto sin prisa sin pausa, responderle a Dios con lo que tenemos en el corazón, con los dones que Él nos ha regalado.

Recuerde:  Dios no elige a los mejores, Dios elige a los que Él quiere, pero los llena con Su Gracia, con Su Amor, con Su poder, para que realmente den fruto abundante.

Que el Señor nos regale la Gracia de seguir diciéndole que Sí a Jesús en el llamado que nos realiza cada día.