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18 de enero

 

Marcos 3,7-12

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la actitud de Jesús frente a la fama y cómo nosotros podemos aplicar su ejemplo en nuestras propias vidas.

Jesús, a pesar de realizar grandes obras y milagros, no buscaba la fama ni los aplausos. Su objetivo principal era dar vida y abundancia a todos aquellos que lo necesitaban. Sin embargo, debido a su poder y los testimonios de aquellos que habían sido sanados, su fama se extendió rápidamente y muchas personas comenzaron a seguirlo de todas partes.

En nuestra sociedad actual, también nos vemos enfrentados a situaciones donde el reconocimiento y la fama pueden ser una tentación. Es fácil dejarnos llevar por el deseo de ser aplaudidos y admirados por los demás. Pero la reflexión nos invita a mantenernos en la humildad y el servicio, incluso cuando la fama nos rodea.

Es importante recordar que la verdadera grandeza está en servir a los demás y en anunciar la buena nueva del Evangelio. En lugar de buscar el aplauso y la fama, debemos buscar formas de continuar con humildad nuestro llamado a llevar la luz de Cristo al mundo.

Para lograr esto, necesitamos sabiduría y fuerzas. Debemos pedirle a Dios que nos conceda la sabiduría necesaria para discernir entre la fama vacía y la verdadera gloria que proviene de servir a los demás. También debemos implorar a Dios que nos dé la fuerza y determinación para resistir las tentaciones del ego y permanecer enfocados en nuestra misión de anunciar la buena nueva.

Por ende , este mensaje nos desafía a buscar la humildad y el servicio en medio de la fama y el reconocimiento. Nos invita a recordar que nuestro propósito último es dar vida y abundancia a los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús. Con la ayuda de Dios, podemos encontrar formas de continuar proclamando la buena nueva mientras permanecemos anclados en la realidad y enraizados en el servicio a los demás.