Marcos
3,7-12
Este pasaje
nos invita a reflexionar sobre la actitud de Jesús frente a la fama y cómo
nosotros podemos aplicar su ejemplo en nuestras propias vidas.
Jesús, a
pesar de realizar grandes obras y milagros, no buscaba la fama ni los aplausos.
Su objetivo principal era dar vida y abundancia a todos aquellos que lo
necesitaban. Sin embargo, debido a su poder y los testimonios de aquellos que
habían sido sanados, su fama se extendió rápidamente y muchas personas
comenzaron a seguirlo de todas partes.
En nuestra
sociedad actual, también nos vemos enfrentados a situaciones donde el
reconocimiento y la fama pueden ser una tentación. Es fácil dejarnos llevar por
el deseo de ser aplaudidos y admirados por los demás. Pero la reflexión nos invita
a mantenernos en la humildad y el servicio, incluso cuando la fama nos rodea.
Es
importante recordar que la verdadera grandeza está en servir a los demás y en
anunciar la buena nueva del Evangelio. En lugar de buscar el aplauso y la fama,
debemos buscar formas de continuar con humildad nuestro llamado a llevar la luz
de Cristo al mundo.
Para lograr
esto, necesitamos sabiduría y fuerzas. Debemos pedirle a Dios que nos conceda
la sabiduría necesaria para discernir entre la fama vacía y la verdadera gloria
que proviene de servir a los demás. También debemos implorar a Dios que nos dé
la fuerza y determinación para resistir las tentaciones del ego y permanecer
enfocados en nuestra misión de anunciar la buena nueva.
Por ende ,
este mensaje nos desafía a buscar la humildad y el servicio en medio de la fama
y el reconocimiento. Nos invita a recordar que nuestro propósito último es dar
vida y abundancia a los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús. Con la ayuda de
Dios, podemos encontrar formas de continuar proclamando la buena nueva mientras
permanecemos anclados en la realidad y enraizados en el servicio a los demás.