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29 de noviembre

 

San Lucas, 21 12-19

En el Evangelio de hoy, Jesús nos habla sobre la persecución y la promesa de perseverancia. Jesús advierte a sus discípulos que serán perseguidos por causa de su fe en Él y les asegura que el Espíritu Santo les dará palabras sabias para enfrentar a sus oponentes.

La persecución y la oposición no son algo fácil de enfrentar. Puede ser doloroso y desalentador ser objeto de rechazo y discriminación debido a nuestra fe en Cristo. Sin embargo, Jesús nos dice que no debemos temer, porque el Espíritu Santo estará con nosotros y nos dará las palabras y la sabiduría necesaria para responder a nuestros detractores.

Además, Jesús nos promete que aquellos que perseveren hasta el final serán salvos. A pesar de las dificultades y pruebas que enfrentemos, debemos mantenernos firmes en nuestra fe y confiar en la promesa de Jesús. No importa cuánto sufrimiento o persecución enfrentemos, Dios está con nosotros y nunca nos abandonará.

La historia de la Iglesia está llena de ejemplos de hombres y mujeres valientes que enfrentaron la persecución y se mantuvieron firmes en su fe. Ellos nos enseñan que, a pesar de las dificultades, la fe en Cristo vale la pena y nos lleva a una vida plena y significativa.

En nuestras vidas cotidianas, también podemos encontrarnos con situaciones en las que nuestra fe es puesta a prueba. Puede ser en nuestro lugar de trabajo, en nuestra vida familiar o en nuestras relaciones con los demás. Es importante recordar las palabras de Jesús y confiar en el poder del Espíritu Santo para guiarnos y fortalecernos.

La perseverancia en la fe no significa que siempre seremos exitosos o que nunca enfrentaremos dificultades. Más bien, significa que, a pesar de los obstáculos, seguimos confiando en Dios y en su plan para nuestras vidas. Significa que mantenemos nuestra esperanza en Cristo y confiamos en su amor y misericordia.

En este tiempo de persecución y desafío, pidámosle al Espíritu Santo que nos dé fuerza y valentía para enfrentar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino. Que podamos confiar en las promesas de Jesús y perseverar en nuestra fe, sabiendo que Él está siempre con nosotros.

Que María, la Madre de Jesús y nuestra Madre, nos guíe y nos proteja en cada paso del camino. Que ella interceda por nosotros ante su Hijo, y nos ayude a ser testigos valientes y coherentes de nuestra fe. Amén.