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7 de junio

San Mateo 5, 13-16

El evangelio de hoy nos da una importante instrucción sobre nuestra misión y la de la comunidad. Tienen que ser sal de la tierra y luz del mundo. La sal no existe para sí misma, sino para dar sabor a las comidas… y la luz no existe para sí misma sino para alumbrar el camino, iluminar una casa o a otros. La comunidad no existe para sí sino para servir a Dios, a su pueblo…

En el tiempo en que Mateo escribió el evangelio dicen que la misión estaba siendo difícil para las comunidades de los judíos convertidos, a pesar de vivir en la observancia fiel de la ley de Moisés, estaban siendo expulsados de las sinagogas, estaban cortando su pasado judío.

 De cara a esto los paganos convertidos decían: "Con la venida de Jesús la ley de Moisés está superada". Y todo esto causaba tensiones e incertidumbres. La apertura de unos parecía criticar la observancia de los otros y viceversa.

 Éste conflicto generó una crisis que llevó a cada cuál a encerrarse en su propia posición. Algunos querían avanzar, otros querían poner la lámpara bajo la mesa, y se preguntaban cuál sería entonces la misión.

El evangelio de Mateo trata de ayudarlos con el mensaje de Jesús: "Ustedes son sal de la tierra". Usando imágenes de la vida cotidiana con palabras sencillas y directas, Jesús hace saber cuál es la misión de una comunidad cristiana: ser sal. En la época de Jesús con el calor que hacía la gente y los animales necesitaban consumir mucha sal. La gente iba consumiendo la sal que el abastecedor dejaba en grandes bloques en las plazas públicas y al final lo que sobraba quedaba esparcido como polvo de tierra, había perdido su gusto y ya no servía de nada más que "para ser tirada afuera y ser pisoteada por los hombres" como dice el evangelio.  

Jesús evoca esta costumbre para aclarar a sus seguidores su misión: ser sal, dar gusto al mundo. Y también ser luz, la comparación es obvia. Nadie enciende una lámpara para colocarla debajo de un cajón; una ciudad sitiada en la cima de un monte no puede ser escondida… por ende la comunidad debe ser luz, debe iluminar, no debe temer que aparezca el bien que hace. Y no lo hace para que la vean o figurar.

La sal no existe para sí, la luz no existe para sí y así ha de ser la comunidad entonces, no puede quedarse encerrada en sí misma. "Brille la luz que hay en ustedes" dice Jesús, para que vean las buenas obras y así glorifiquen a Dios que está en el cielo. Que bueno que el testimonio de cada uno ayude a los otros a crecer.

Qué bueno poder preguntarnos hoy, cuándo soy sal y luz, y cómo es mi compromiso.