San Mateo 5, 13-16
El evangelio de hoy nos da una importante instrucción sobre
nuestra misión y la de la comunidad. Tienen que ser sal de la tierra y luz del
mundo. La sal no existe para sí misma, sino para dar sabor a las comidas… y la
luz no existe para sí misma sino para alumbrar el camino, iluminar una casa o a
otros. La comunidad no existe para sí sino para servir a Dios, a su pueblo…
En el tiempo en que Mateo escribió el evangelio dicen que la
misión estaba siendo difícil para las comunidades de los judíos convertidos, a
pesar de vivir en la observancia fiel de la ley de Moisés, estaban siendo
expulsados de las sinagogas, estaban cortando su pasado judío.
De cara a esto los
paganos convertidos decían: "Con la venida de Jesús la ley de Moisés está
superada". Y todo esto causaba tensiones e incertidumbres. La apertura de
unos parecía criticar la observancia de los otros y viceversa.
Éste conflicto generó
una crisis que llevó a cada cuál a encerrarse en su propia posición. Algunos
querían avanzar, otros querían poner la lámpara bajo la mesa, y se preguntaban
cuál sería entonces la misión.
El evangelio de Mateo trata de ayudarlos con el mensaje de
Jesús: "Ustedes son sal de la tierra". Usando imágenes de la vida
cotidiana con palabras sencillas y directas, Jesús hace saber cuál es la misión
de una comunidad cristiana: ser sal. En la época de Jesús con el calor que
hacía la gente y los animales necesitaban consumir mucha sal. La gente iba
consumiendo la sal que el abastecedor dejaba en grandes bloques en las plazas
públicas y al final lo que sobraba quedaba esparcido como polvo de tierra,
había perdido su gusto y ya no servía de nada más que "para ser tirada
afuera y ser pisoteada por los hombres" como dice el evangelio.
Jesús evoca esta costumbre para aclarar a sus seguidores su
misión: ser sal, dar gusto al mundo. Y también ser luz, la comparación es
obvia. Nadie enciende una lámpara para colocarla debajo de un cajón; una ciudad
sitiada en la cima de un monte no puede ser escondida… por ende la comunidad
debe ser luz, debe iluminar, no debe temer que aparezca el bien que hace. Y no
lo hace para que la vean o figurar.
La sal no existe para sí, la luz no existe para sí y así ha
de ser la comunidad entonces, no puede quedarse encerrada en sí misma.
"Brille la luz que hay en ustedes" dice Jesús, para que vean las
buenas obras y así glorifiquen a Dios que está en el cielo. Que bueno que el
testimonio de cada uno ayude a los otros a crecer.
Qué bueno poder preguntarnos hoy, cuándo soy sal y luz, y cómo
es mi compromiso.