San Lucas 2, 16-21
Luego
tenemos a María, quien ha sido escogida por Dios para ser la madre del Verbo
encarnado. Su nombre propio destaca su singularidad y su papel fundamental en
el plan de salvación. María es ejemplo de obediencia y entrega total a la voluntad
de Dios, siendo modelo para todos nosotros en nuestra relación con Dios.
José, del
linaje de David, también tiene un papel importante como padre adoptivo de
Jesús. Aunque no comparte la paternidad biológica, José le da a Jesús un linaje
real. Su nombre propio muestra su compromiso y responsabilidad en cuidar y
proteger a Jesús como si fuera su propio hijo.
Por último,
encontramos a Jesús, el Verbo encarnado, el Emmanuel, que significa "Dios
con nosotros". Él es el centro de toda esta historia y el motivo de
celebración en este primer día del año. Es a través de su nacimiento que se
realiza la promesa de salvación para toda la humanidad.
Esta
reflexión nos invita a reconocer la importancia de cada nombre y su significado
en la historia de la salvación. Nos enseña que Dios elige a aquellos que son
considerados insignificantes para el mundo para llevar a cabo sus planes. Nos
anima a seguir el ejemplo de los pastores, María y José, en su humildad,
obediencia y compromiso en la misión que Dios nos ha encomendado.
En este
nuevo año, recordemos que también nosotros tenemos un nombre propio, y somos
llamados a darle un significado profundo a través de nuestras acciones y
compromiso con el Evangelio. Que el nombre de Jesús, el Emmanuel, esté siempre
en el centro de nuestras vidas y sea nuestra guía en todo momento.