Páginas

13 de junio


 San Mateo 5, 38-42

En el Evangelio que la Iglesia nos propone hoy, se recuerda, de algún modo, la famosa ley del talión “ojo por ojo, diente por diente”; esta ley, a pesar de su dureza, ya limitaba la violencia de la venganza, no había que ir más allá de la ofensa recibida.

Pero la propuesta de Jesús es decididamente superadora, Él propone el rechazo de la venganza y de la violencia, y en su lugar propone que reine la misericordia, el perdón, el amor.

El lenguaje del Señor es exigente, por momentos desconcertante, tiene algunas expresiones que miran sobre todo a fijar la atención en el mensaje “si te golpean, si te abofetean en una mejilla, preséntale la otra”.

 No es que el Señor esté diciendo que nos dejemos atropellar, sino lo que está proponiendo es rechazar la venganza y la violencia. De hecho, cuando Jesús está en el proceso que va a concluir con su condena, nos dice el evangelista, que alguien en un determinado momento lo golpea y Jesús le pregunta a esa persona que lo ha abofeteado, “si he hablado mal, dime en qué he procedido mal, pero si no ha sido así, ¿por qué me pegas?”.

Es decir, la propuesta de Jesús mira al triunfo del amor, que no desconoce la justicia, pero se abre a la misericordia que supera la justicia, se abre al perdón. A veces nosotros hemos visto por allí estas expresiones “ni olvido, ni perdón”, pero el cristiano procura reconocer la verdad de los hechos, aun de los dolorosos, se esfuerza en la reparación necesaria de la justicia, pero se abre también al perdón misericordioso.

Dice el apóstol San Pablo, escribiéndole a los colosenses, “el Señor los ha perdonado, hagan ustedes lo mismo”. Y después del perdón, purificar la memoria, es decir, no vivir de rencores, ni resentimientos que amargan la vida, sino en la misericordia y en el amor, que nos abren a la paz y a la alegría.

Hoy recordamos también a San Antonio de Padua, un hombre que tenía voz clara y fuerte, memoria prodigiosa y un profundo conocimiento, el espíritu de profecía y un extraordinario don de milagros. Su fama de obrar actos prodigiosos nunca ha disminuido a pesar de tantos años.