San Lucas 1, 57-66
Ya estamos en los umbrales de la navidad. La navidad es el cumplimiento de la promesa de parte de Dios nuestro Padre. La navidad implica un nuevo nacimiento para cada uno de nosotros. Es tiempo de tomar nuevamente conciencia de quienes somos, de nuestra misión como cristianos en el mundo.
Hoy el evangelio nos relata el nacimiento de Juan el Bautista, el más grande de los profetas, y el milagro por el que Zacarías recobra la capacidad de hablar.
¡¡Qué hermoso mensaje!! Ustedes saben, Zacarías es un nombre
hebreo que significa “Aquel que es la memoria de Dios” o “Aquel que Dios se
acuerda” y sin embargo parece que a
Zacarías le falló la memoria en el templo cuando le hizo esa pregunta al angel
fundada en su incredulidad “¿Qué garantías me das?”. Parece que se olvidó de
todos los gestos de amor de parte de Dios al pueblo de Israel. Esa falta de
memoria (no solo falta de recuerdo), provocó incredulidad y esta
obviamente lo llevó a la falta de
esperanza. Zacarías ya no esperaba nada de Dios, aunque lo seguía sirviendo en
el templo.
La navidad nos invita renovar nuestra esperanza en el Señor a no tener amnesia espiritual o sea, la navidad nos ayuda a recuperar la memoria y darnos cuenta de que Dios nunca nos abandona. Lo que le pasó a Zacarías nos puede pasar a nosotros podemos entrar mil veces al templo pero sin esperar ya nada de Dios.
Pero el Señor, a pesar de nuestra incredulidad, nos sigue amando, nos sigue acariciando con la suavidad de la piel de un bebé. Se hace pequeño para mostrarte su inmenso amor.
Hermoso sería que sientas la suavidad del Señor, para que
puedas ser Juan entre las personas que te rodean. Juan significa “Aquel que es
misericordioso, compasivo, dar gracia” ; que hermoso sería que usted mismo seas presencia de Dios entre los
hombres que le devuelvas la memoria a
tantas personas en tu comunidad y se
acuerden que Dios siempre los acompaña.