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29 de enero

 

Marcos 5,1-20

En este pasaje vemos que Jesús llega a la región de los gerasenos y se encuentra con un hombre poseído por un espíritu impuro. Este hombre vivía en los sepulcros, aislado de la sociedad y atormentado por su condición. Ni las cadenas ni las ataduras podían contenerlo.

Cuando Jesús se acerca, el demonio reconoce su poder y le suplica que no lo atormente. Jesús, en su infinita compasión, expulsa al espíritu impuro y libera al hombre de su opresión. El hombre, ahora restaurado, desea seguir a Jesús, pero él le pide que vuelva a su hogar y comparta lo ocurrido.

Esta historia nos muestra el poder de Jesús para liberar a las personas de la opresión espiritual y emocional. En nuestras vidas, también podemos enfrentar situaciones difíciles, sentirnos atados por miedos, adicciones o heridas del pasado. Sin embargo, Jesús nos ofrece su gracia y su poder transformador para liberarnos y sanarnos.

También es relevante destacar que el hombre liberado desea seguir a Jesús, pero Jesús le pide que vuelva a su hogar y comparta su experiencia. Esto nos enseña que todos hemos sido llamados a ser testigos de la misericordia y el amor de Dios en nuestras vidas. No solo debemos recibir la liberación y la sanación para nosotros mismos, sino compartirla con los demás, inspirándolos a buscar a Jesús.

Hoy, además de reflexionar sobre este pasaje bíblico, celebramos a San José Freinademetz, un misionero austriaco que dedicó su vida al servicio de los más necesitados en China. Su testimonio nos inspira a ser discípulos valientes y generosos, dispuestos a llevar la luz de Cristo a aquellos que más lo necesitan.

Que en este día podamos recordar la importancia de confiar en el poder sanador de Jesús y estar dispuestos a compartir esa liberación con los demás, siguiendo el ejemplo de San José Freinademetz. Que su intercesión nos anime a ser instrumentos de amor y esperanza en el mundo.