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26 de enero

 

Marcos 4,26-34

 

Este evangelio nos  presenta dos parábolas que Jesús utiliza para enseñar lecciones espirituales utilizando ejemplos de la vida rural. En la primera parábola, Jesús compara el Reino de Dios con una semilla que, una vez sembrada, crece y da fruto por sí sola. En la segunda parábola, Jesús compara el Reino de Dios con un grano de mostaza, que aunque es la más pequeña de las semillas, crece y se convierte en un gran arbusto.

Basándonos en este texto, la reflexión invita a considerar las lecciones espirituales que podemos extraer de la vida rural y las parábolas de Jesús. La semilla que germina y crece por sí sola nos recuerda el misterio de la vida y la capacidad de la vida para generar más vida. Además, la imagen del grano de mostaza nos enseña que incluso las cosas pequeñas y aparentemente insignificantes pueden crecer y tener un gran impacto.

La reflexión también señala la tristeza de la persecución y la violencia dirigida contra aquellos que defienden la vida, haciendo una conexión con la experiencia de Jesús, quien fue perseguido y crucificado por aquellos que se opusieron a su mensaje de amor y vida abundante.

Finalmente, la reflexión nos invita a pedir a Dios que nos abra los ojos para comprender el gran misterio de la vida, y a comprometernos a aportar nuestro "granito de mostaza" para promover la vida, el amor y la esperanza en el mundo.

Hoy este evangelio nos desafía a reflexionar sobre el misterio de la vida y la capacidad de crecimiento y transformación que posee, nos llama a lamentar la persecución de los defensores de la vida, y nos anima a aportar nuestra contribución, por pequeña que sea, para promover la vida y el amor en el mundo.