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29 de junio

 

San Mateo 7,21-29

Estimados amigos,  nos encontramos contemplando a Jesús en el Evangelio. Y hoy, ya terminando el sermón del Monte, Jesús nos planta frente a una disyuntiva: ¿sobre qué queremos edificar nuestra vida? La edificaremos ¿sobre roca o sobre arena? Esta no es una pregunta más. Esta es una de esas preguntas que son fundamentales porque lo que está en juego no es, nada más ni nada menos, que ese precioso regalo que Dios puso en nuestras manos que es nuestra vida.

 

Nuestra vida no nos es dada como fruto del azar sino como el regalo más grande que Dios pudo habernos hecho, y como un don y una tarea. Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros. Y ese sueño se nos es dado como don para que nosotros podamos descubrirlo. Y, al mismo tiempo, se nos es dado como tarea, como ese espacio en el que Dios necesita que nosotros pongamos nuestras manos, nuestra inteligencia, nuestros pies, nuestro corazón y todo lo que somos al servicio de ese sueño, para poder hacer de este mundo un mundo mejor.

 

Frente a todo esto, surge la pregunta: ¿Nos animamos a jugarnos el todo por el todo, en ese sueño maravilloso que Dios tuvo desde siempre para nosotros y que se llama vocación? ¿Nos animamos a plantar nuestra casa sobre roca? ¿Te tomas en serio tu amistad con Jesús? No te apures en contestar estas preguntas. Piénsalo. Porque si te animas a edificar sobre roca, va a ser lo mejor que puedes hacer. Va a ser difícil, pero Jesús siempre va a estar contigo para ayudarte a que puedas desarrollar tu vocación, para que puedas encontrar tu lugar en el mundo y poner al servicio de los demás esos dones que Dios te regaló.