San Lucas
11, 1-4
Santa
Faustina nació en la aldea de Glogoviec, en Swinice Varckie, Polonia, el 25 de
agosto de 1905. Fue bautizada dos días después con el nombre de Elena Kowalska,
en la Iglesia de San Casimiro.
Sus padres tuvieron 8 hijos (Elena es la
tercera), a quienes criaron con mucha disciplina, siendo gran ejemplo de vida
espiritual. A muy temprana edad, Elena fue llamada a hablar con el cielo. Una
indicación de este hecho fue un sueño que ella tuvo a la edad de 5 años.
Su madre
recuerda que en esa época Elena dijo a su familia. “Yo estuve caminando de la
mano de la Madre de Dios en un jardín precioso”. Muchas veces, aún antes de los
siete años, la niña se despertaba durante la noche y se sentaba en la cama. Su
mamá veía que estaba rezando, y le decía que regresara a dormir o terminaría
perdiendo la cabeza. “Oh, no madre”, Elena le contestaba, “mi ángel guardián me
debe haber despertado para rezar.”
Elena tenía
aproximadamente 9 años cuando se preparó para recibir los sacramentos de la
Confesión y la Comunión en la Iglesia de San Casimiro. Su madre recuerda que
antes de dejar la casa en el día de su Primera Comunión, Elena besó las manos
de sus padres para demostrar su pena por haberles ofendido.
Desde aquél entonces, se confesaba todas las
semanas; cada vez rogaba a sus padres perdón, besándoles las manos, siguiendo
una costumbre Polaca. Esto lo hacía a pesar de que sus hermanos y hermanas no
le imitaban.
De ella
surgió el movimiento apostólico de la Divina Misericordia extendido hoy por
todo el mundo llamada a continuar la misericordia de Dios.