San Lucas 12, 13-21
Cada 17 de
octubre la Iglesia católica celebra a San Ignacio de Antioquía, nacido en Siria
probablemente en el año 35, ejecutado en Roma entre el año 108 y el 110.
Ignacio es uno de los Padres de la Iglesia y, por haber sido discípulo de San
Pablo y de San Juan, es al mismo tiempo reconocido como uno de los “Padres
Apostólicos”.
A San
Ignacio de Antioquía se le atribuye haber llamado “católica” a la Iglesia
fundada por Jesucristo. "Donde está Jesucristo, allí está la Iglesia
católica", escribió el santo en una de sus cartas pastorales, otorgándole
ese título por primera vez . El adjetivo “católica” viene del término griego
“katholikós”, que quiere decir “universal”.
San Ignacio
fue el tercer obispo de Antioquía (70 - 107 d.C.) en Siria, y aunque no abundan
los detalles sobre su vida antes de ejercer dicho cargo, se sabe con certeza de
su entrega por la joven Iglesia, concretamente por la comunidad cristiana que
Dios le encomendó, una de las más numerosas y sólidas de aquellos tiempos. En
esos días se solía llamar a la iglesia de Antioquía “madre de las iglesias de
la gentilidad”; algo que Ignacio comprendió muy bien y que lo condujo a velar
por todos los cristianos en general.
En tiempos del emperador romano Trajano, fue apresado y trasladado a Roma para ser ejecutado allí, probablemente por su condición de ciudadano. De camino al martirio, Ignacio fue redactando una serie de cartas dirigidas a las diferentes iglesias cristianas con ánimo de orientarlas y fortalecer su unidad en Cristo. Al empezar cada epístola, al lado de su nombre, escribe “teóforo”, que en griego quiere decir “portador de Dios”, como indicando la manera como entiende su misión, y en una de ellas se describe como "un hombre al que ha sido encomendada la tarea de la unidad".
En la carta dirigida a los cristianos de Trales dejó muy en claro qué era lo que movía su corazón: “Amaos unos a otros con corazón indiviso. Mi espíritu se ofrece en sacrificio por vosotros, no sólo ahora, sino también cuando logre alcanzar a Dios... Quiera el Señor que en Él os encontréis sin mancha”.
De acuerdo a
una antigua tradición, San Ignacio murió devorado por las fieras.