San Lucas 10,25-37
Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y
con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”
Estas
palabras resumen todo el mensaje del Evangelio: los cristianos, siguiendo el
ejemplo de Cristo, no concebimos el amor a Dios sin el amor al prójimo. Como
bien dice San Juan en su primera carta: “quien dice que ama a Dios a quien no
ve y no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso”.
Jesucristo
es claro en esta materia, al unir, al anudar estos dos mandamientos del amor:
amor a Dios y amor al hombre. Aquí, Jesús nos está dando una tremenda Buena
Noticia, nos está diciendo que el amor a Dios es posible aquí y ahora… ¿Dónde?
En el amor al hermano, especialmente, en el amor al hermano herido, al hermano
abandonado al borde del camino.
La pregunta
que dispara el Evangelio de hoy es ineludible, la pregunta sería: ¿Cómo está tu
amor a Dios, es decir, cómo está tu amor al hermano necesitado?
Siguiendo en
la línea del Buen Samaritano, siguiendo en la línea de Mateo 25, no olvidemos
jamás que al cristiano se le pedirán cuentas ¡Sí, lo que oyeron!, a los
cristianos se nos pedirán cuentas del amor, del servicio, de la atención que
hemos brindado a los más necesitados. Quien no apruebe este “test samaritano”,
quien no apruebe el examen de “amor al hermano pobre y herido”, difícilmente lo
salve el saberse de memoria la ley o repetir como loro el catecismo. Así como
reprobaron en la parábola el sacerdote y el levita, así también corremos el
peligro de reprobar nosotros si al ver un hermano caído, hacemos un rodeo y
seguimos de largo.
Permítanme
terminar con tres imágenes que resumen tres tipos de hombres:
i) Existen
los “hombres tortugas”: se trata de personas que viven encerradas en su
caparazón. Por ello, no son capaces de ver y oír las necesidades de sus
hermanos. Se trata de personas que viven sólo para su metrito cuadrado, sólo
atentos a su ombligo, a su “yo”, a sus necesidades.
ii) Existen
los “hombres tomógrafos”: se trata de personas que sí son capaces de ver, de
escanear las heridas de sus hermanos, pero no son capaces de curarlas, no son
capaces de hacerse cargo. Ven, pero no hacen nada. Ven, pero pasan de largo.
iii) Por
último, existen los “Buenos Samaritanos”: hombres y mujeres que no pueden ver
un dolor sin remediarlo, que no pueden ver un herido y seguir de largo, hombres
y mujeres capaces de amar a Dios en el servicio a los más necesitados.