San Juan 19, 25-27
La Santísima
Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara
una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran
llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde
por el resto del mundo.
San Pedro
Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la
merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia
para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los
miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue
apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de
Peñafort.
San Pedro
Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y
guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y
en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los
mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra
redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.
En 1272,
tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La
Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son más
conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de
la Merced, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".
El Padre
Gaver, en 1400, relata como La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su
deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.
Nolasco le
pide ayuda a Dios y, en signo de la misericordia divina, le responde La Virgen
María diciéndole que funde una orden liberadora.
Desde el año
1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de
la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.