San Mateo 12, 46-50
El evangelio
es para hacerlo vida, para vivir la felicidad, a plenitud de nuestra vida
cristiana. En este día recordamos la presentación de la virgen María en el
templo.
Nos pone el
evangelio la figura de quien es tu madre, quien es tu hermano. Cuando buscaban
a Jesús y le decían “tu madre, hermanos y parientes están afuera y te buscan”;
el Señor dice, “ mi madre, y mis hermanos;
son aquellos que escuchan la palabra, la
practican y hace la voluntad de mi
padre”.
Podríamos decir que por doble excelencia la
virgen es madre, por sangre y también por fidelidad a la palabra. Nuestra
relación con Jesús no solo es por estar bautizados, sino también por nuestra
fidelidad al evangelio.
Esta palabra
es una gran enseñanza, el señor señala a sus discípulos, a los que vivimos la
palabra, los que la encarnamos.
Es un desafío para todos nosotros vivir esta
relación espiritual, íntima con Jesús, cuando vivimos la familia, ser parte de los
discípulos de Dios es ser parte de esta familia que escuchamos la palabra y la
ponemos en obra, toda la palabra, no alguna parte.
Esto es importante que los cristianos
entendamos, que estamos llamados a encarnar todo el evangelio, con la exigencia
que implica.
A veces dejamos como puertas abiertas, o
creemos casi inconscientemente que no podemos vivir todo el evangelio, que
algunas cosas son imposible, sin embargo el evangelio está llamado para ser
vivido todo y por todos.
Pidamos a la
virgen María que nos ayude, nos tome de su mano para presentar nuestra vida,
nuestras cosas cotidianas, para encarnar la palabra, para ser aquellos
discípulos que el Señor señala, que muestra con sus manos, que escuchamos la
palabra y la ponemos en práctica. Que Dios nos bendiga.