San Lucas 1,39-56.
Hoy nos unimos a todo la Iglesia en esta festividad de la
Visitación de María a su prima Isabel. El Evangelista Lucas es el encargado de
narrar este acontecimiento en un momento especial para María e Isabel: las dos están
embarazadas y Dios ha tenido mucho que ver con esta situación.
Por la intervención de Dios, Isabel una mujer entrada en
edad y estéril queda embarazada haciendo realidad su sueño y anhelo más
profundo: tener un hijo de sus entrañas y de la misma manera por la
intervención de Dios y por obra y gracia del Espíritu Santo, María dará a luz a
Jesús nuestro Salvador.
No cabe duda que la vida de estas mujeres estaban llenas de
la presencia de Dios y esta presencia se había transformado en una Buena
Noticia y como toda Buena Noticia no pudieron callar lo que habían visto y
oído.
Así también pasa en nosotros, cuando uno deja que Dios
intervenga en la propia historia y lo ama con todo el corazón, con toda el alma
y con todo el espíritu, Dios mismo es quién nos impulsa para transformarnos en
testigos y discípulos.
Dios invade de tal manera nuestra vida, que como dice San
Pablo comenzamos a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús y comprendemos
que todos nuestros proyectos se pueden resumir en una sola palabra: AMAR.
Lo podemos ver claramente en la actitud de María cuando en
el Evangelio se nos dice que partió sin demora a ponerse al servicio de su
prima Isabel. Así es cuando nos dejamos invadir por el amor de Dios, me exige
salir de mí mismo y de mi comodidad para ir al otro que me espera, que me
necesita.
El amor es servicial y tiene la capacidad de transformarlo
todo. Creo que es una buena oportunidad para dejarnos iluminar por la Palabra y
pedirle a Jesús que quite de nuestra vida todo egoísmo, toda comodidad y que
podamos descubrir que siempre hay más felicidad al dar que al recibir.