San Juan 16, 29-33
"Este texto nos dice: no estoy solo, porque el Padre
está conmigo” Son crudas las palabras de Jesús en este día. Él sabe del
abandono, de la soledad que significará el momento del sufrimiento y la soledad
que tendrá que vivir. Estas palabras son dichas en el contexto de la última
cena. Momento de intimidad antes de la entrega definitiva.
Conmociona la certeza con la que Jesús anuncia el abandono
por parte de sus discípulos y la fidelidad por parte de su Padre. Él pone en evidencia
donde está su fuerza, donde está la razón de todo lo que hace. Así se puede
descubrir de donde era que Él podía sostener su camino hacia la cruz sin perder
“su norte”. El fin era el amor del Padre. Lo hacía todo porque su Padre era la
causa y su destino.
¡Qué bien nos viene esto a nosotros! Poder preguntarnos hoy
por quién y para quién hacemos cada una de las cosas que cada día nos toca
hacer. Trabajar, estudiar, hacer las cosas de la casa, o atender a un enfermo.
Estar cumpliendo una tarea e intentar hacerla con responsabilidad y bien. Cada
acto que nosotros hacemos, ¿por quién lo hacemos?
Vivir como cristianos es esto. Hacer cada cosa, aunque sea
la más pequeña, por Dios y a su servicio. Beneficiando a nuestros hermanos con
la tarea realizada, pero hecha para Dios.
Ojala cada día podamos presentarnos a la noche y decirle al
Señor: “acá están mis obras. Puede que hayan sido pocas, pero las hice por Ti
Señor”