San Lucas 11, 29-32
En el Evangelio de San Lucas se nos invita a poner nuestra
mirada en Jesucristo. Jesús frente a la multitud, mientras está apretujado,
dice "es una generación malvada porque pide un signo y no se le dará otro
signo que el de Jonás". El signo de Jonás, sabemos, Jesús está alertando,
es un signo que los Ninivitas se convierten por la predicación de Jonás. Nínive
es la capital de Siria, es un pueblo pagano y se convierte. También la Reina
del Sur vino a escuchar la sabiduría de Salomón y Jesús dice: "Aquí hay
alguien más grande que Salomón".
El paralelo del evangelio de Mateo hace otra explicación del
signo que es la resurrección porque Jonás estuvo tres días y tres noches en el
cetáceo, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra. Este pueblo se
cree muy seguro, el pueblo judío por ser el pueblo elegido, pero Dios avisa o
anuncia que esto puede ser destinado a otros pueblos y a otras razas, porque
Dios se complace de perdonar los pecados del que se arrepiente.
Por una parte, en primer lugar, si Jesús es más importante
que Jonás, descubrir que la Palabra de Jesús tiene más fuerza. Entonces tenemos
que preguntarnos cuando escuchamos la palabra si de verdad estamos abiertos
para la conversión. Muchas veces estamos acostumbrados y como anestesiados, sin
embargo, la Palabra debe ser asumida y recibida para ser vivida y hacerla carne
en nuestras vidas.
Progresaremos en la conversión cuando en lo sencillo de cada
día nos vamos esforzando por adecuar nuestra vida a la Palabra, para que
nuestros actos manifiesten la Palabra del Señor.
Vamos a pedirle al Señor que realmente nos ayude con nuestra
actitud, a liberarnos de todo lo que no es de Dios para realmente poder
aferrarnos a la Palabra de Jesús, a dejarnos convertir, a descubrir su signo,
que el signo es Jesucristo. Mirándolo a Él, escuchándolo a Él, no necesitamos
nada más que seguirlo a Él. Que el Señor nos dé un deseo muy hondo y fuerte
para convertirnos.