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21 de marzo

 

San Lucas 4,24-30

En este pasaje del evangelio Jesús se encuentra en la sinagoga leyendo el pasaje del profeta Isaías. Es entonces cuando la gente del pueblo lo cuestiona, siente rabia porque Jesús no había hecho ningún milagro en Nazareth como los que había hecho en Cafarnaún.

 Jesús responde “ningún profeta es bien recibido en su tierra”, frase que nosotros también usamos cuando nos sentimos incomprendidos. Lo cierto es que en el fondo ellos no aceptaban la nueva imagen de Dios que Jesús les comunicaba superando los límites de la raza de los judíos para acoger así a los excluidos y a toda la humanidad.

Para ayudarlos a superar el escándalo y entender el universalismo de Dios, Jesús usa dos historias bien conocidas en el Antiguo testamento: la de Elías quien fue enviado a la viuda extranjera de Sarepta y la otra la de Eliseo, enviado a atender al extranjero Sirio. Lucas nos muestra así lo difícil que es superar la mentalidad de privilegio y cerrazón.

Pidamos al Señor vivir siempre abiertos a la voluntad de Dios que quiere que todos los hombres se salven sin distinción de razas ni credos. Tengamos en cuenta que en nuestro tiempo la misión es “ser misericordiosos como el Padre” buscando llegar a todas las periferias existenciales.

También para la reflexión personal es importante preguntarse, ¿mi actitud es la de Jesús o la del pueblo de Israel? ¿Quiénes son los excluidos que deberíamos acoger mejor en nuestra comunidad?