San Lucas 4,24-30
En este
pasaje del evangelio Jesús se encuentra en la sinagoga leyendo el pasaje del
profeta Isaías. Es entonces cuando la gente del pueblo lo cuestiona, siente
rabia porque Jesús no había hecho ningún milagro en Nazareth como los que había
hecho en Cafarnaún.
Jesús responde “ningún profeta es bien
recibido en su tierra”, frase que nosotros también usamos cuando nos sentimos
incomprendidos. Lo cierto es que en el fondo ellos no aceptaban la nueva imagen
de Dios que Jesús les comunicaba superando los límites de la raza de los judíos
para acoger así a los excluidos y a toda la humanidad.
Para
ayudarlos a superar el escándalo y entender el universalismo de Dios, Jesús usa
dos historias bien conocidas en el Antiguo testamento: la de Elías quien fue
enviado a la viuda extranjera de Sarepta y la otra la de Eliseo, enviado a
atender al extranjero Sirio. Lucas nos muestra así lo difícil que es superar la
mentalidad de privilegio y cerrazón.
Pidamos al
Señor vivir siempre abiertos a la voluntad de Dios que quiere que todos los
hombres se salven sin distinción de razas ni credos. Tengamos en cuenta que en
nuestro tiempo la misión es “ser misericordiosos como el Padre” buscando llegar
a todas las periferias existenciales.
También para
la reflexión personal es importante preguntarse, ¿mi actitud es la de Jesús o
la del pueblo de Israel? ¿Quiénes son los excluidos que deberíamos acoger mejor
en nuestra comunidad?