San Marcos 10, 13-16
Es un gran tesoro el que el Señor nos regala en este
Evangelio en el cual nos muestra la predilección del amor inmenso que tiene
Jesús como miembro de esta familia divina, Padre, el Espíritu Santo junto con
Él, que aman realmente a los niños.
Esto basta abrir los ojos un poquito cuando caminamos en la
calle, sobre todo nuestra querida tierra, y miramos cuantos niños hay; esto es
un gran regalo que viene de lo Alto, viene del cielo. Dios realmente ama a la
humanidad, ama al hombre que ha creado y por eso es que vemos tantos niños.
En este amar a los niños, de un modo particular es por esta
sencillez con la que los niños se acercan, esa confianza es la que nosotros
pedimos poder tener para nuestro vínculo con Dios.
Hoy quisiera también animarte a mirar esta primera parte
donde están los apóstoles, porque antes de que lleguen los niños a poder
percibir este cariño de Jesús para con ellos y después ser tomados en brazos
y bendecidos por El, se encuentra una
dificultad que son los apóstoles que comienzan a alejarle a los niños y Jesús
se enoja frente a esta actitud.
Y el Papa Francisco nos dice que como Iglesia debemos ser no
una Iglesia controladora sino una Iglesia facilitadora, en vez de estar ahí
coartando e impidiendo el acercamiento de las personas, que todos seamos
vínculo, vehículo, que seamos puente, que ayudemos a todas las personas a
encontrarse con Dios.
Que este doble mensaje del evangelio de hoy te pueda ayudar
en este día a vivir más intensamente. Por una parte, este abandono en los
brazos de Dios, por otro lado, hacer de todos nosotros un vehículo, un puente de comunión entre
todas las personas y Dios.