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25 de febrero

 

25 de febrero

San Marcos 10, 1-12

“Que el hombre no separe lo que Dios ha unido” son las palabras que utilizamos cada vez que realizamos el sacramento del matrimonio en la iglesia católica. El sacerdote dice a los contrayentes estas palabras recordando este texto de Marcos, que leemos en este día. Pero sabemos que este compromiso cuesta.

¿Pero porqué cuesta tanto este compromiso permanente? es un tema de la pastoral vocacional, claramente, en la cual uno recibe un llamado, el llamado a la vocación del matrimonio, a compartir juntos para siempre la vida con otra persona y ese es el camino juntos de la santidad, armar ese proyecto personal de vida con la ayuda de Dios y dos personas juntas, un hombre y una mujer que son elegidos por Dios para esta vocación a como lo es el matrimonio.

 Pero claro, se pide exclusividad, se pide fidelidad, son el uno para el otro de una manera que ya son una sola carne nos va a decir el texto. Esto nunca va a ser derogado, son las palabras de la Escritura y el Señor las bendice, pero claro, el texto de hoy nos habla de los fariseos que se acercan preguntándole a Jesús para ponerlo a prueba si es lícito al hombre divorciarse de su mujer, y le hablan de varios casos de casuística digamos, cosas que han ocurrido.

Este tema es tan antiguo, hoy lo seguimos viendo en los medios de comunicación, incluso el Papa Francisco en su última exhortación apostólica trata sobre todos estos temas: la alegría en el amor, ese amor en el matrimonio, la cuestión es abordada desde otro punto de vista, de lo gratificante, de lo hermoso que es ese amor entre un hombre y una mujer en el cual se coloca a Dios también y porque está la presencia de Dios puede ser para siempre.

La iglesia católica siempre nos va a presentar el ideal, lo mejor para nuestra vida y pone como ejemplo esto: para siempre.

Qué difícil con las realidades cambiantes es ese “para siempre”. Pero con la ayuda de Dios, con su fortaleza, con su gracia todo es posible. Para los hombres no, siempre somos débiles, caemos, podemos llegar a ser infieles, pero cuando está Dios presente es todo más fácil, Él nos da realmente la fortaleza necesaria para poder construir.