Páginas

28 de diciembre

 

San Mateo 2,13-18

El evangelio de  hoy nos invita a nosotros, con José: A levantarnos. A tomar al niño que ha nacido A vincularnos en fidelidad con María Y a dejarnos conducir hacia adelante, hasta donde Dios quiera llevarnos.

¡Sí! Esta es la invitación, es dejarnos llevar por el niño, al que debemos cuidar, al niño que tenemos dentro, a ese del que el evangelio habla como el único lugar desde donde podemos entrar en el reino.

La navidad ha despertado en nosotros la ternura y la frescura propia de esta fiesta que, saca a la luz lo mejor que tenemos para ofrecer y para darle al Señor y al servicio de los hermanos.

Lo que podríamos llamar ser como “niños”, descubrir en realidad nuestra pequeñez y nuestra fragilidad.

Si hay algo que, nos ofrece el pesebre de Belén, es eso justamente: El llegarnos junto a Él y dejarnos impactar por la señal pobre y humilde de un niño envuelto en pañales y un padre y una madre, nada más y nada menos, que tienen la responsabilidad de cuidar el misterio de Dios; así frágil en medio de nosotros y desde ahí descubrir también nuestra debilidad, nuestra fragilidad, nuestra pobreza y nuestra pequeñez.

Dios quiere que abracemos esta realidad. Lo que aparentemente es lo que debemos cubrir y hasta a veces negar, es lo que verdaderamente nos conduce hacia adelante, si en Dios NOS CONFIAMOS!

Abrazar nuestra pobreza, abrazar nuestra debilidad, nuestra vulnerabilidad, nuestra pequeñez. Abrazarla en Dios …..desde el amor de Dios, como Dios nos quiere que lo hagamos en este tiempo de navidad y dejarnos conducir por Él, desde ese lugar en el que somos claramente nosotros mismos.

¡Que tengas un hermoso tiempo de navidad y que el niño que llevas adentro lejos de ocultarlo lo puedas vivir como dignamente está llamado a vivirlo, en paz en este tiempo de navidad!!