San Mateo 1,1-17
El Evangelio de este día nos presenta el árbol genealógico
de Jesús. En el aparecen infinidad de personas y de nombres que en su debido
tiempo han escrito con sus vidas y su historia y que con la presencia de Dios
en su vida la han transformado en historia de Salvación.
Pensaba que gracias a esas personas Dios ha hecho posible
que su proyecto de salvación siga siempre adelante, sin interrupciones. A pesar
de los desaciertos y equivocaciones que esas mismas personas pudieron haber
cometido, aquí valen las palabras de San Pablo, cuando expresa en las cartas a
los Romanos: "Donde abundó el pecado sobreabundo la gracia de Dios".
De esta manera y a través de las personas Dios ha podido concretar, ha podido
cumplir su bendición más perfecta para toda la humanidad.
A través de su Hijo Jesucristo, que como lo demuestra en el
Evangelio no es alguien aislado de toda la historia pasada, Dios también nos ha
soñado, de toda la eternidad como ha su Hijo Jesús y para que este sueño se
haga realidad también fue necesario contar con muchas personas para que podamos
nacer a la vida. Pensaba cuantos nombres están escritos en nuestros corazones,
cuantos han contribuido para que hoy seamos lo que somos, hoy también y por
gracia de Dios podemos ser llamados hijos, padre, hermano, nietos, abuelos,
amigos. Cuanto amor fue necesario derramar, cuantas personas fueron necesarias
para que nuestra vida surja hacia la luz.
Te invito, a que por medio de esta reflexión, de esta
Palabra, traigas a tu mente y a tu corazón todos los nombres de esas personas,
que te han ayudado y te han acompañado y que aún seguramente, hoy siguen
acompañándote, a poder ser parte de esta historia maravillosa y que seguramente
también te han invitado y enseñado el camino de la fe, a encontrarte con Jesús.
Este tiempo de Adviento, es momento de dar gracias por todos ellos.