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16 de diciembre

 

San Lucas 7, 24-30

A como sabemos ya se aproxima la Navidad. Sigamos preparando el corazón. Vemos en el Evangelio de hoy como Juan el Bautista preparó la llegada del Hijo de Dios a este mundo: “Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino”. En cada Navidad, Jesús quiere nacer en nuestros corazones.

El fin de cada año es posibilidad para comenzar algo nuevo, nos anima a mirar con esperanza el mañana. ¿Cómo preparamos eso nuevo que se viene?. El bautista preparó el camino, la Llegada de Jesús, puede entonces, inspirarnos a nosotros a preparar también esta próxima Navidad.

En el Evangelio proclamado, Jesús resalta virtudes que prepararon su venida, por ejemplo, la firmeza , la fe de Juan Bautista. No dejarnos llevar por cualquier propaganda, ideología de moda, pensar que todo da lo mismo, que vale vivir de cualquier forma, que lo importante sea acomodarse y caer bien y no comprometernos con nada que arriesgue tu vida. Así como el bautista, no seamos nosotros una caña agitada por el viento yendo hacia lo que solo nos conviene.

Otra manera provechosa de preparar la Navidad, será seguir creyendo que vale la pena vivir solidariamente, teniendo pasión y preocupación por los más frágiles y débiles, que nos duele ver tanta pobreza, niños desnutridos, jóvenes abandonados en la droga, familias desunidas y por eso seguiremos luchando por un país y un mundo con más justicia, trabajo para todos, educación y deporte para los niños y juventud, una vida digna para nuestros ancianos.

 Nada mejor para preparar la Navidad que volver a mirar y a creer en Dios, que se abaja y se hace tan humilde, que llega no con el poder de las armas, de la violencia, la ambición del dinero, de la vida fácil, un dios que olvida los otros, sino, de un Niño Dios verdadero que se presenta frágil, débil y sencillo. Pero que trae una vida plena, el único poder que tiene son sus bracitos abiertos para ser recibidos con amor por las mujeres y hombres que formamos este mundo.